FUTBOL INFANTIL

Lic. Darío Mendelsohn
Psicólogo especializado en deporte

La frase que encabeza éste artículo fue extraída del reverso de una entrada de fútbol infantil de un club barrial. El mismo club barrial donde (como en tantos otros) se puede escuchar de boca de algunos padres, dirigido a sus hijos, frases tales como: "¡¡¡¡que no te pase!!!!", "¡¡agarralo!!" "¡¡¡¡¡reventálo!!!!!", "¡¡¡¡bajálo!!!!", y algunas otras que por vergüenza ajena prefiero no reproducir.

En cualquiera de estas instituciones se pueden ver niños de 5 años en adelante (a veces más pequeños todavía) intentando jugar al fútbol, en vez de jugar a la pelota.

Es difícil encontrar a alguien que no esté de acuerdo con el hecho que los niños jueguen a la pelota, entendiendo esta actividad, como un juego más espontáneo que dirigido, donde el adulto debería proponer, más que decidir, o sugerir, más que dirigir.

En cambio al hablar de jugar al fútbol, aparecen términos cómo táctica, estrategia, orden defensivo, relevos, posiciones, etc.

El juego es un tipo especial de actividad que tiene gran importancia instructiva en la vida del niño. En los juegos las personas reproducen la realidad circundante y además muestran cierta actitud ante ella, promueven deseos, sentimientos de amistad, cooperación y ayuda mutua. El juego es una actividad que permite al niño expresar con plena libertad, sus impulsos, sus gustos, sus aptitudes, su personalidad. La práctica deportiva tiene una función vital importantísima; prepara, ejercita, entrena al niño y al adolescente para las exigencias de la vida adulta. El juego permite la liberación emocional, y da lugar a la derivación de las tensiones emocionales, de manera inconciente, la alegría, el amor, el odio, el temor, el fastidio, los celos, la ira y las diversas formas de sentimientos, se traducen provechosamente por medio del juego.

"Los niños asociados a un club consagran gran parte de su tiempo libre al deporte; cabe estimar en cinco horas semanales, por lo menos, la duración media de los entrenamientos y las competiciones. Por añadidura, esa duración queda decuplicada por una serie de prácticas derivadas; discusiones en el patio de recreo, sociodrama familiar a raíz y con motivo de la última intervención del niño, encuentro con amigos en el seno del club, lectura de obras especializadas, etc. Así, la participación en las actividades de alguna asociación deportiva cristaliza un repertorio de prácticas, familiares o sociales, que explica la posición primordial ocupada por el deporte en la jerarquía de los valores y gustos de los jóvenes. "

1. "El juego es una actividad para uno mismo y no para los demás y por eso es un medio excelente para poder explorar y poder llegar al aprendizaje en el cual somos nosotros quienes nos transformamos para adaptarnos mejor a la estructura de este mundo externo."

2. "Hay que tratar al niño como un existente que se está construyendo, evitando que el grado de competitividad sea tan alto que llegue a ahogar el carácter libre y espontáneo del niño."

3. Sería aconsejable que los niños, alrededor de los 5 o 6 años, comiencen con iniciación deportiva, entendiéndolo como un proceso genérico a través del cual se procura estimular al niño y proporcionarle las bases que permitan en ese momento y con posterioridad situarse en las mejores condiciones para cualquier aprendizaje, dejando para etapas posteriores la eficacia concreta en algún deporte en particular y su posible orientación hacia la competición.

4. La actividad esencial de la iniciación deportiva es el juego, pero nos referimos al juego espontáneo, donde hay ausencia de finalidad, y se realiza por iniciativa propia.

En la iniciación deportiva, el niño es llevado por distintos deportes grupales e individuales, que le permite aprender la más amplia variedad de gestos deportivos, mientras que paralelamente avanza en su socialización.

Alrededor de los 10/11 años el niño podría elegir un deporte grupal y otro individual, basándose en sus gustos, facilidades, o talento personal, y no en la decisión de los padres.

Para que el niño atraviese en forma placentera y educativa a la vez, la iniciación deportiva, el deporte debería estar al servicio del niño, y no el niño al servicio del deporte, es decir que los elementos (pelotas, raquetas, dimensiones del campo, altura de aros, etc.) deberían ser acordes al desarrollo psicomotriz de los niños, para que exista la posibilidad de aprendizaje. Los niños según sea su edad madurativa poseen un umbral de aprendizaje. Si la estimulación apunta hacia abajo, lo más probable es que no haya aprendizaje, y aparezca el aburrimiento, y por transición la desadaptación del niño. En cambio si la estimulación es hacia arriba del umbral, lo más probable es que haya un aprendizaje negativo, que puede acarrear, el desinterés o un descenso de la motivación, y tal vez el abandono temprano de la práctica deportiva.

Lo ideal sería que un niño, hasta aproximadamente los 10/11 años, juegue, por el placer de jugar, sin hacer hincapié en la competencia, ya que aproximadamente a esa edad hay un aumento de la coordinación dinámica general, aumento de la coordinación óculo – manual, y un mayor ajuste perceptivo interno y externo.

Recién entonces un niño puede comenzar a incorporar lentamente conceptos tácticos, ya que hasta aquí pudo realizar los pedidos de sus mayores, no porque los haya comprendido, sino por obediencia.

Partiendo de la premisa de que las máximas autoridades de un niño, son sus padres, y sabiendo que un entrenador le dice a un niño que mientras dure la competencia, le haga caso a él, y no a sus progenitores, dicho entrenador pasa a ocupar temporariamente la categoría de semidiós, con lo cual su palabra tiene un peso incalculable para dicho niño, proviniendo de ahí su obediencia.

Después de los 10/11 años un niño debería comenzar con especialización deportiva, entendiéndolo como un proceso de desarrollo y entrenamiento de las capacidades técnico – tácticas, orgánico – funcionales, y neuromusculares con el fin de obtener un rendimiento óptimo o máximo, esto implica competencia regular, jerarquías, categorías, reglamentos, etc.

Es sabido que de todos los niños que comienzan a jugar al fútbol, no más del 3 o 4 % llega a desarrollarse como futbolista profesional, es decir que un 96 o 97 % queda en el camino; y sin embargo el sistema apunta a la minoría, sumado a que " como son chicos", quienes se ocupan de su formación generalmente son padres futboleros, que en algunos casos es posible que sepan de fútbol, pero habría que ver si también saben como tratar a un niño, y que es lo mejor que se puede hacer con, por y para ellos.

Cuando los niños dejan el club de barrio, y tienen la posibilidad de llegar a una institución futbolística tradicional, generalmente quedan a cargo de un ex jugador de fútbol profesional (que a veces ni siquiera ha completado el curso de director técnico habilitante), muchas veces, una gloria de dicha institución, que debido a su experiencia como jugador podrá transmitirle a esos niños, vivencias y situaciones atravesadas en su época de futbolista, pero ¿están en su mayoría capacitados para conducir niños en formación que además de conocimientos futbolísticos, necesitan ser respetados en sus tiempos de maduración y crecimiento?

A modo de ejemplo, contaré un hecho que le toco atravesar a mi hijo hace aproximadamente 2 años, cuando tenía 10.
Entre otras cosas que heredó de mí, recibió la pasión por el fútbol, por eso me solicitó que lo llevara a una escuelita de fútbol; lo primero que hice fue averiguar si el profesor estaba habilitado para dicha tarea, y me contestaron que era un ex jugador y técnico recibido.

Por razones laborales, no pude ir la primera vez, pero esa noche le pregunté a mi hijo como lo había pasado, si se había divertido, y que actividades realizaron, y comenzó a contarme, que el profesor los reunió a todos los chicos en el centro de la cancha, y preguntó quién quería ir al arco, entonces dos niños levantaron la mano, y les dijo que se pusieran a un costado, porque iban a ir un rato cada uno. A los demás niños, les dijo que cada uno en forma alternada iba a patear diez tiros al arco, y que el que convertía los diez tiros, no iba a correr ninguna vuelta alrededor de la cancha, el que convertía nueve, corría una vuelta, el que convertía ocho, daba dos vueltas, y así sucesivamente.

Asistí azorado, y en silencio al relato de mi hijo, y a la clase siguiente concurrí para poder comprobar personalmente lo que me relataba mi hijo, y efectivamente se repitió el inicio de la actividad, tal cual me había sido relatado.

Esperé que finalizara la clase, y me presenté al profesor, cómo el papá de uno de los niños, y le pregunté, cuál era el fundamento de la actividad de inicio, que era lo que buscaba, y me contestó que lo hacía para motivar a los chicos.

Me parece que si los chicos cuando están en proceso de formación, reciben un mensaje de su profesor, que dice que correr es para aquellos que no saben pegarle bien a la pelota, y los que patean bien, no tienen que correr, tal concepto se va internalizando en forma errónea.

Hay que entender que para los niños su profesor es una especie de semidiós, ya que si para un niño no hay mayor autoridad que sus padres, y el profesor le dice a ese niño que mientras dura la clase o la competencia, no le haga caso a los padres, dicho profesor pasa a tener temporariamente un poder superior, que lo torna especialmente peligroso, cuando el mensaje no es formativo.

Por motivos cómo estos, y debido a que por suerte desde hace 5 años soy docente de diferentes escuelas de técnicos es que me permití humildemente sugerir a la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA), que a los alumnos que en la actualidad, al terminar su primer año de estudios reciben un título que los habilita para trabajar con niños y adolescentes, reciban un formación superior, o que dicha habilitación sea otorgada al concluir el segundo año de estudios, ya que me parece, que hay que estar tan capacitado para trabajar con niños y adolescentes como para trabajar con adultos.

Notas

  1. Durand, Marc, El niño y el deporte. Paidos, Barcelona, 1988.
  2. Palau Matas, Joaquim, EFDeportes, Revista digital – Buenos Aires – Año 7 – N° 35 – Abril de 2001 http://www.efdeportes.com/efd35/psifut.htm
  3. Palau Matas, Joaquim, obra citada.
  4. Blázquez Sánchez (1986)

PSICÓLOGO DEPORTIVO: Un rol de difícil inserción


Lic. Raul Barrios
Psicologo y Prof. de Ed. Fisica. Titular Catedra Psicologia del deporte. UBA.

…“ Ahora los clubes europeos, y algunos latinoamericanos tienen psicólogos, como las fábricas: los dirigentes no les pagan para que ayuden a las almas atribuladas, sino para que aceiten las maquinas y eleven su rendimiento. ¿Rendimiento deportivo?…(1)

Abunda, en el particular, mundo del deporte (jugadores, entrenadores, periodistas, dirigentes, público), referencias cerca de: la importancia del factor mental en el rendimiento deportivo, a la falta o exceso de confianza o motivación de tal o cual jugador, a la desconcentración en una jugada clave del partido, etc. En la literatura especifica del deporte, esta más que presente la necesidad de incorporar todos los elementos que las ciencias aplicadas puedan brindar, entre ellas la Psicología del Deporte y por supuesto la figura – rol – del Psicólogo del Deporte, por ejemplo, como integrante de un cuerpo técnico, o como asesor externo de un deportista individual. Cualquier libro que hable de rendimiento deportivo menciona el factor psicológico como parte importante de este rendimiento, junto con los factores físicos, la técnica individual, la táctica o la estrategia. La evidencia es cada vez más contundente, podríamos decir que en la mayoría de los casos existe semiplena prueba de lo desequilibrante que resulta la tan mentada cuestión psicológica a la hora de desnivelar un resultado o batir un record, o simplemente disfrutar de una competencia.
Aunque las limitaciones fisiológicas del ejercicio físico sean importantes, los factores psicológicos resultan decisivos para ganar o perder: determinan el grado en que un atleta es capaz de conocer cómo puede aproximarse a sus límites absolutos. (Bannister, 1980).

Permanentemente escuchamos o leemos comentarios en relación a lo determinante del factor psicológico, no solamente por parte de la prensa especializada, sino también por boca de los mismos actores, o sea los deportistas, los entrenadores, los médicos deportólogos, etc. Entonces, como decía un amigo, (ahora en el exilio) ¿POR QUE NO NOS LLAMAN? He aquí la cuestión.

El planteo es: cuan involucrados estamos nosotros los especialistas en Psicología del deporte, es decir cuan responsables, o no, somos nosotros mismos de que no estemos a esta altura de la vida deportiva instalados ya en el Rol, como nosotros entendemos que debemos estar y como todos parecen estar convencido de que debemos estar.

¿Es un problema de demanda?
¿Es un problema de mercado?
¿Es un problema de marketing?
¿Es un problema de falta de capacitación?

En definitiva es un problema nuestro, y en todo caso el estar es una responsabilidad también nuestra, de eso es de lo que nos tenemos que hacer cargo. Ya no le podemos seguir echando la culpa a las malas experiencias anteriores, aunque estas hayan tenido en su momento una decisiva influencia en la aceptación e integración del rol, o al desconocimiento por parte de los entrenadores, que a esta altura de los acontecimientos ya más que desconocimiento, es negación, y me animo a decir que es negación como mecanismo de defensa.

Nosotros, los que nos dedicamos a esto, los que pertenecemos a la APDA, estamos convencidos de los valiosos aportes que les podemos brindar a los principales actores de la escena deportiva nacional para la consecución del éxito deportivo. Estamos convencidos, y no es una mera cuestión de creencias de que “la psicología sirve”, como se suele escuchar por ahí.
Es cierto que aún, y en este bendito país más que en otros, existe la creencia de que solo estamos para atender a personas con problemas, que si un deportista acude a un psicólogo debe andar mal de la cabeza. Existe también la presunción, maliciosa a mi entender, fundada o no, de que queremos meter el diván en el deporte; de que vamos a terminar manejando el grupo a tal o cual entrenador, de que vamos a ser “buches de los dirigentes” o del mismo DT.
Es en este contexto, contradictorio para mi, que nos tenemos que ganar un lugar, (a fuerza de insistir) y naturalizarlo. Parafraseando a Nelly (*), “hacernos necesarios para el otro”. Contradictorio por que es apabullante la evidencia de la “importancia” de nuestra presencia, pero a la vez es también no menos apabullante la resistencia que se nos tiene, aun cuando los últimos eventos deportivos nos han demostrado claramente la importancia de adoptar una concepción global deportiva para obtener resultados positivos.
Estamos dando pasos cortos pero firmes hacia nuestro objetivo, estamos emitiendo señales hacia el planeta deportivo que no están siendo decodificadas en la medida en que a nosotros nos gustaría, estamos generando en los distintos lugares de trabajo resultados más que satisfactorios, (los casos mas resonantes son: el de Marcelo ROFFE (*), en las selecciones juveniles de fútbol de la AFA, y el trabajo de Nelly Giscafré con Las Leonas) estamos investigando, estamos capacitándonos permanentemente y formando a más colegas.
¿Qué nos falta? Nos falta recorrer mucho mas camino del que ya hemos recorrido, golpear mas puertas de las que ya hemos golpeado, generar más proyectos de los que ya hemos generado, convencer o persuadir a quienes todavía no lo están. Nos falta, creo yo, involucrarnos un poco mas como Institución, como equipo de trabajo, en crear la necesidad en el otro, en el OTRO, en el otro de la cultura en definitiva en el otro del universo deportivo, este es nuestro próximo y permanente desafío como Psicólogos del Deporte.

Para terminar y darnos aliento quiero contar lo siguiente: En el año 1943 se recibe de Profesor Nacional de Educación Física un Kinesiólogo, en el año 1944 ingresa al fútbol como preparador físico. Fue y es considerado por todos como un revolucionario. En aquel entonces consiguió y fue el primero en hacerlo: que los jugadores se entrenaran todos los días de la semana, fue el primero en introducir entre ellos la actividad grupal, en convocarlos a la autocrítica, en vislumbrar las ventajas de realizar trabajos de pretemporada y en organizar para la AFA, la Escuela
de Directores Técnicos. Estoy contando parte de la historia de ADOLFO MOGILEVSKY, un auténtico innovador como preparador físico en el fútbol argentino. Un ejemplo para tener siempre presente.

BIBLIOGRAFÍA:
* Eduardo GALEANO. El fútbol a sol y a sombra. Ed. Catálogos. (1995)
* F. C. BAKKER; H. T. A. WHITING; H. van der BRUG. Psicología del deporte.
Conceptos y aplicaciones. Consejo Superior de Deportes. Ediciones Morata, S. L.
(1993)
* EL GRAFICO. N° 3855. 24 de agosto de 1993. Reportaje a Adolfo Mogilevsky.

EL SOCIOGRAMA DEPORTIVO

Lic. Darío Mendelsohn
mendelsohn@impsat1.com.ar

El Sociograma es una herramienta que los Psicólogos que trabajan con grupos deportivos deberían utilizar.

Un Sociograma Deportivo es una radiografía grupal, que consta de los siguientes pasos:

  1. Elaboración de las consignas apropiadas
  2. Formulación de las preguntas a todos los integrantes del grupo para que manifiesten sus preferencias o rechazos.
  3. Tabulación de las respuestas.
  4. Confección del diagrama.
  5. Análisis e interpretación del sociograma.

1. Elaboración de las consignas apropiadas

Cuando más amplias y abarcativas, pero al mismo tiempo concretas, sean las consignas dadas, mayores posibilidades tendremos de obtener un valioso material, acerca de la conformación actual del grupo deportivo.

2. Formulación de las preguntas a todos los integrantes del grupo para que manifiesten sus preferencias o rechazos

Las preguntas pueden ser formuladas a cada deportista por escrito, aunque personalmente creo que es más rico hacerlas en forma oral e individual, ya que desde aquí, podemos empezar a obtener información de carácter cualitativo, al observar el modo de hacerlo, el tiempo que se toma, la predisposición con que contesta, etc.

3. Tabulación de las respuestas

Las preguntas pueden ser formuladas a cada deportista por escrito, aunque personalmente creo que es más rico hacerlas en forma oral e individual, ya que desde aquí, podemos empezar a obtener información de carácter cualitativo, al observar el modo de hacerlo, el tiempo que se toma, la predisposición con que contesta, etc.

4. Confección del diagrama

Este paso se refiere a volcar en un diagrama todas las atracciones y rechazos obtenidos en el ítem anteriormente citado.
Hasta aquí, es posible que el Sociograma sea administrado por alguien, que no necesariamente tenga que ser Psicólogo, aunque por supuesto es mucho más beneficios que este instrumento sea llevado a cabo por un profesional avezado en el uso de la técnica. Pero cuando nos ocupamos del quinto y último paso, esto es, el análisis e interpretación del Sociograma, es cuando se torna necesaria, y más beneficiosa la presencia de un profesional a cargo de esta técnica sociométrica.

A partir de aquí se abren distintas instancias, a saber:
Una alternativa, es que un Psicólogo/a especializado sea convocado para la administración de un Sociograma, con las consignas ya preestablecidas, y sin ningún tipo de información adicional, es decir que llega, toma el Sociograma, tabula las respuestas, y entrega el informa a quien corresponda.
Otra posibilidad es que el Psicólogo/a elabore las consignas en conjunto con el entrenador, y éste agregue a su vez información, que surge de su convivencia diaria con el plantel, lo cual seguramente provocará un resultado cualitativo superior a la primera alternativa solicitada. Una tercera instancia, sería que el entrenador establezca un contrato temporal de trabajo con el Psicólogo/a. Por ejemplo: se conviene que por 15 días el Psicólogo/a concurra a todos los entrenamientos, y a dos competencias (una de local y otra de visitante) sumándole así al Sociograma, la observación cotidiana en el ámbito del trabajo, más toda la información que pueda aportar el cuerpo técnico que será de suma importancia a la hora de entregar el informe correspondiente.

El diagnóstico y el pronóstico que a partir de aquí surja, seguramente será más amplio que en cualquiera de las dos formas antes mencionadas.

5. Análisis e interpretación del Sociograma

El objetivo inmediato del Sociograma consiste en facilitar la visión global de la estructura del grupo, y a la vez señalar la posición relativa de cada uno de sus miembros.
Un buen análisis del mismo, permitirá pues, obtener información objetiva y extraer conclusiones. El análisis-lectura del Sociograma, comprende una visión global del grupo y sus distintos subgrupos, y una valoración de cada individuo.
Se podrá observar fehacientemente, el grado de cohesión del grupo deportivo; también podemos inferir acerca de distintos emergentes (el chivo expiatorio, el fastidioso, el aislado, el payaso, etc.), los líderes (positivos y negativos), los grupos pareja, la comunicación entre los distintos subgrupos, etc.
Comparando Sociogramas de un mismo grupo y preguntas realizadas en distintas fechas, se podrá advertir la evolución de la estructura del grupo, la mayor o menor cohesión, el cambio de las posiciones individuales, el mejoramiento o deterioro de algunos vínculos, etc.
También será positivo recabar información acerca de comunicación intra e intergrupal, para junto con el entrenador trazar estrategias, para favorecer la convivencia interna del grupo, que seguramente contribuirá a la optimización del rendimiento, objetivo al que aspiramos todos los que trabajamos ligados al deporte.


Lic. Darío Mendelsohn
Licenciado en Psicología. Psicólogo del Deporte.
Trabajo publicado en la Revista de la Asociación Metropolitana de Psicología del Deporte. Buenos Aires, 1998. Humor gráfico: Caloi. Con el deporte no se juega /2. Ediciones de la Flor, Buenos Aires.

EL DIÁLOGO NEGATIVO


Lic. Claudio Sosa

Innumerables veces observamos a los jugadores, hablarse negativamente, realizar verdaderas obras dramáticas expresando la frustración o el  enojo por el punto que acaban de perder, maldicen a los dioses del mal día que están teniendo o que la suerte no está de su lado o que no pueden perder contra ese rival (generalmente un fantasma en la jerga deportiva).
Estas actitudes  que realizan los atletas son sólo un mecanismo de defensa ante la angustia de no poder resolver la situación y cuanto más angustiante sea el marcador, break point, set point, un rival de menor ranking etc., mayor es la furia y el enojo. Ellos saben que ese dialogo negativo, los perjudica, que no lo deben hacer, sin embargo, lo realizan una y otra vez. 
Porqué no orientar toda esa energía hacia la pelota, que se acerca a ellos? O a su movimiento de piernas para intentar llegar a cada bola de la mejor manera posible.  Para evitar este dialogo negativo consigo mismo es importante que el jugador conozca  que: puede controlar de un partido y que no.

Comprender que puede controlar del partido
El jugador debe comprender primero  que puede tener bajo su control y que no. El deportista debe saber que toda su energía debe ser orientada en la dirección correcta y que no sirve de nada en gastar energía en  cosas que no podemos cambiar ni controlar.
¿Qué  no está bajo nuestro control?

  • Las condiciones climáticas: para que quejarse del viento, si no va a poder pararlo.
  • El estado de la cancha: la cancha puede estar en pésimas condiciones pero tiene que seguir el partido ahí.
  • Las pelotas con que se juega el torneo.
  • Que el rival juegue bien o mal.
  • Los ruidos externos, el público.
  • Un fallo adverso.
  • La actitud del rival
  • Que  se puede hacer ante estas situaciones del partido, el jugador debe saber que no puede hacer nada contra todo esto, entonces decirles porque  preocuparse por algo que no pueden cambiar.

¿Qué está bajo nuestro control?

  • La actitud: no dar ninguna pelota por perdida. Hay que poner toda la energía en salir a la cancha dispuesto a luchar cada bola y demostrarle a nuestro rival que nuestra mejor arma es la actitud para competir.
  • La voluntad: y la perseverancia de seguir luchando en los momentos difíciles del partido.
  • El control de los ojos: tener un perfecto control de los ojos, miren a Hewitt cada vez que finaliza un punto mira y arregla sus cuerdas para que ningún estímulo visual lo distraiga o Sampras que siempre esta con la mirada en el suelo en la punta de sus zapatillas o en su raqueta.
  • Parar el diálogo interno: que lo lleva al pasado: si no hubiera errado esa volea… o  al futuro: tengo 3 macht points ya gané y de repente perder las oportunidades por no estar atento en el presente, con toda la energía y sentidos en el juego.
  • Creencias irrealizables: la creencia de que siempre tienes que demostrar ser competente, adecuado y capaz de conseguir tus objetivos, la creencia de que tienes pocas capacidades de controlar o cambiar tus sentimientos o emociones (Ellis, 1976). Nadie es ni será nunca perfecto, la preocupación excesiva por el partido o demasiado preocupado por lo que los demás puedan pensar (temor al ridículo o vergüenza) provocan un aumento de los pensamientos negativos.

Equipo para jugar: revisar el raquetero o el bolso antes de ir al torneo, tener las raquetas encordadas, zapatillas, par extra de medias, remeras, vendas, barra de cereal energética, agua. Que el olvido de algún elemento no sea causa de enojos o desconcentración.

¿Qué tienen de malo los pensamientos negativos o enojarse?
La respuesta es: si el jugador, luego de fallar una bola se comienza a castigar mentalmente con frases como:

  • no valgo nada
  • soy malísimo
  • no puedo perder contra este fantasma
  • voy a perder

No va a poder estar preparado para el siguiente punto, hay que despejar la mente de pensamientos negativos sobre la jugada anterior o de preocupaciones sobre lo que puede pasar. Estos pensamientos negativos atan la mente, el cuerpo del jugador y no le permiten jugar en el presente.